jueves, 26 de abril de 2007

UN INVITADO

Lo he escrito en la pasada cuartilla; es septiembre, mes que párese tener una magia especial; hoy sedo el espacio a un hombre que tiene para enamorarse de él, la palabra y cada palabra es para enamorarse de él, es NICOLAS BUENAVENTURA VIDAL, cuentero colombiano al que no voy a faltar al respeto tratando de presentar. Antes que él comience, lo confirmo, estaré en la marcha nacional por la paz... negociación y cese al fuego, el 10 de septiembre a las 10, desde el Consejo de Bogotá o bien desde el Parque Nacional hasta la plaza de Bolívar, creo que es la única manera que la globalización y la violencia entienden que no son los únicos actores; nuestra marcha es la mejor manera de expresión política exigiendo espacio a la voz.


Bogotá, 8 de septiembre

Luis Alejandro.
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ELOGIO DE LA DIFERENCIA

Al principio no había ninguna diferencia.

Un día Nube dejo caer una gota y Tierra dejo nacer un retoño. Así se hizo el amor y creció como árbol, con forma y color de árbol. A aquel árbol le nacieron flores amarillas; a lo lejos, el árbol amarillo parecía incendio. Los primeros seres que llegaron hasta él comieron flores amarillas. Luego, el árbol se lleno de frutas rojas y los segundos seres que llegaron hasta él comieron frutas rojas. Así nacieron las diferencias. Al principio, las diferencias aparecieron en unos como una evidencia y en otros como un misterio. Los que habían comido flores amarillas tenían presencia, aquellos que habían comido frutas rojas tenían también presencia, pero no se veía.

Comenzaron a mirarse unos a otros, a escucharse a olfatearse, a tocarse, a gustarse ... y aquellos que tenían oculta su diferencia la enseñaron. Así nació el deseo.

Un día, uno de aquellos seres que habían comido flores amarillas se enamoro de uno que había comido frutas rojas, lo siguió, lo alcanzo, lo tiro al suelo dándole una voltereta y ... entre caricias y murmullos descubrieron y gustaron sus maravillosas diferencias ... y así se fueron enamorando, de las diferencias y de las volteretas.

Aquellos que habían comido flores amarillas se volvieron hombres y los que habían comido frutas rojas se convirtieron en mujeres. Las mujeres quedaron en cinta y nacieron nuevos hombres y nuevas mujeres.

Otro día, otro ser se enamoro de otro, lo siguió, lo alcanzo, lo tiro al suelo dándole la voltereta y ... descubrió que sus diferencias no eran diferentes ... y, entre caricias y murmullos, inventaron y crearon nuevas diferencias. Eran aquellos que habían comido, al mismo tiempo, flores amarillas y frutas rojas.

Las mujeres parieron y poblaron la tierra de hombres y mujeres diferentes.

Nicolás Buenaventura Vidal, (1998)

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