Por los años en que crecí, lo hice mirando la prensa de mi país, Colombia. Por ese entonces Quino era exorcizado por el genio de Mafalda, genio que hablaba de un mil cosas, siempre con los pies en su Argentina, pero de fácil extrapolación a toda la region. Ese exorcismo se daba a través de la tira cómica matinal que era consentida en el paladar, y luego devorada por cada neurona, asi acompañaba el día, unos con una enorme sonrisa, y los más con una angustia existencial donde no haría mella el "Nervio-cam".
Recuerdo muchos de esos trazos filosóficos del carboncillo sobre el papel, producto de la tarea diaria de Quino, apelativo tras del cual se escondía el travieso y desnudo cráneo del autor argentino, cuya producción era vista día a día en todo el mundo, lástima que no leída.
Me declaro enamorado eterno de ese genecillo regordete, de faldita y cabello negro ensortijado y abundante, que de forma adorable detestaba la sopa, y que alguna vez declaró ingenuamente no tener televisor, situación que motivó que fuera observada como bicho raro por toda una multitud.
Hoy me debo declarar bicho raro. En esta ocasión porque no tengo televisor, lo que implica suponer que me he perdido de un sinnúmero de perlas de las que suceden en el mundo, todas relatadas por la televisión a los ojos impávidos de los consumidores de la imagen. Bueno, debo declarar que hoy no tenerla, no implica que antes no haya empleado largas horas al adorable oficio de sociabilización ante el aparatico encendido, oficio en el cual se guarda religioso silencio así haya una multitud.
Asi que a lo largo de este último trimestre se podría suponer que me he perdido de una larga lista de acontecimientos, he de hacer otra confesión, no ha sido asi. En desorden recuerdo varias cosas: el ataque a Bertrand Delanoe alcalde de París, la posesión en la presidencia de Colombia de Alvaro Uribe, las dificultades del imperio para hacer que sus asociados en Europa coordinen con él la guerra santa contra Saddam, las inundaciones invernales en el cento de Europa, los homicidios en serie en Whasignton, la controvertida serie de Napoleón en la televisión Francesa, el agenciamiento de delatores en Colombia, el terremoto en la bota italiana, el ataque terrorista contra turistas en Bali, y otro en Filipinas, la ola de políticas de derecha en Francia, la propuesta de nueva bandera de la comunidad europea - alegremente igual a la bandera gay -, los dieciocho millones de desempleados europeos, la victoria de Lula en Brasil, los resultados del ataque chechenio en Moscú, y así podía sumar y sumar acontecimientos que a lo largo de estos últimos cinco meses han desfilado o sido proyectados por la televisión, hasta hacerlos reales.
Debo confesar además que me he informado de muchos de ellos en revistas por mí robadas, las que he devorado para tratar de entender qué y por qué pasa el mundo ante nuestros ojos. Como de confesiones estamos, tambien debería confesar que esos acontecimientos son los mismos vistos en los entretiempos que la cajita dedica a la publicidad. Digo los mismos aunque hayan algunas pequeñas diferencias, es una especie de división entre temas globales, temas regionales y temas barriales, pero todos obedeciendo al esquema que se puede adivinar en el listado de acontecimientos atrás citados.
Juan Manuel Castells, profesor de la Universidad de California, afirma que las series de televisión obedecen al mismo esquema en todo el mundo, pero lo que cambian son los artistas. Hoy la serie es la misma, se titula: El Terrorismo, y se repite hasta hacer pensar que es realidad. En una simplicidad sin par nos han puesto a todos a pensar a través de la t.v. que los otros, que el otro es el enemigo, la lista incluye diferencias de color, credo, continente, nacionalidad, cultura, forma de hablar y hasta de hacer el amor; y todos estamos trepados en la ola del terror.
No pretendo abordar las causas, ni efectos de los sucesos de Septiembre 2001, los que particularmente pienso que datan de mucho tiempo atrás, pero sí ir al uso de la T.V. que se mete en nuestros hogares, en nuestra cama, comida y tambien en nuestro pensamiento. Esta útlima propiedad es utilizada como instrumento de alienación, no al modo de la definicion de las viejas izquierdas, sino al modo de las experiencias del hoy. Es simple: sólo mire por la ventana y verá que los chicos hoy en todo el mundo visten los mismos zapatos, danzan lo mismo y al unísono no tienen futuro, todo en una ola impresionante de consumo, forma acomedida con que la agencia de publicidad les crea y pretende llenar la falta de una identidad, de raíces y no pocas oportunidades de padres.
Esa homogenización en que yo veo, tú ves, ellos ven y todos vemos el misil que estalla en ...., la derrota de ....., y el asalto a ...., usados al mismo tiempo, han hecho que ilustres pensadores nos estén hablando de los contenidos del pensamiento único, como modo que invalida otras formas de interpretar el mundo, hoy en una forma global nos estan poniendo a occidente y a oriente frente a frente en una guerra fraticida para todos, y el arma mas potente, las imágenes de la T.V.
Luis Alejandro Vakéen
15 de enero 2002
Lyon, Francia.
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