jueves, 26 de abril de 2007

PARTE DE GUERRA

(…) Tristes hombres

si no mueren de amores.

Tristes, tristes.

de Miguel Hernández

Eramos escépticos de una nueva Guerra del Golfo no ganada, aun cuando la primera nunca se dijo que la hubiesen perdido.

Doce años después, nuevamente España es el puerto de los bombarderos que descargan el horror sobre cielos ajenos, nuevamente el valium para los niños que lloran cuando los «liberadores» deciden que el horror se descargue en eternas noches sobre sus techos. Nuevamente la ambición del poder nos hace experimentar los fuegos artificiales de las bombas «inteligentes» a través de la vendedora ideológica del bien y el mal, la televisión. La razón: el contrincante hecho sobre medida por el líder de la «triada», y la dotación, proporcionada tiempo atrás cuando era su aliado; de allí la certeza de métodos y sus armas.

La puja ha sido eterna, de ella quedan innumerables enseñazas. Se dan en los foros de Naciones Unidas; en medio de la gente; en la calle; en la internet; en medio de las balas. A todo ello han sido sordos los tres pretendidos «liberadores», sus grupos de asesores e intereses, ahora que la guerra se complica, los generales muestran mal temperamento, se descabeza a los que evaluaron que el triunfalismo apagaría los polvorines que son los problemas gubernamentales internos, las proximidades electorales o las apuestas por un nuevo orden mundial apoyado en el miedo y el terror.

Los belicosos al ignorar a las Naciones Unidas, parecieran dejar sobre el tapete varias preguntas sin respuesta. Sobre un policía universal - la primera -; sobre el cada vez más pujante papel de los movimientos sociales - es sin duda la segunda -; sobre el poder de decisión para la muerte de quienes tienen el poder nuclear o el de la biotecnología de la guerra; sobre las instituciones internacionales que los Estados tienen para dirimir conflictos o disuadir confrontaciones; y el de la internet, pujante herramienta que los de a pie estamos utilizando para expresarnos, protestar, y aportar en el sueño de un mundo diferente.

Mediante ésta ultima, hemos conocido la franqueza de una ventana Española informándole a Bin Laden (sic) su voto negativo por la OTAN, hemos conocido los intereses primarios del imperio por el petróleo, pero más los de las empresas íntimamente ligadas al gobierno líder de la «triada», hemos conocido de los informes de inteligencia y escucha rusos, y las «informaciones» de los «liberadores», y desde luego también del horror de quienes habitan la anciana Bagdad.

Hemos visto la foto composición del único rendimiento político en Latinoamérica y las marchas de desnudos por las calles de Bogotá protestando «por esa guerra en nuestro nombre», también leído de las enormes protestas en las calles españolas, en las estadounidenses y en muchos lugares en el mundo. También hemos sido enterados por nuestras amigas que trabajan entre letras en Israel, que lo hacen con mascaras para gases como herramienta. Es la otra forma de seguir la guerra, sin el filtro polarizador de la información oficial, de los informes de batalla o de las ruedas de prensa. Es desprendernos de la enfermiza e insidiosa imagen de la emoción del estallido y de los partes de victoria.

Esta empresa que es la guerra pretendió fracturar a su mas cercano contrincante en la hegemonía económica mundial, Francia y Alemania cuidaron fielmente sus intereses energéticos y frágiles equilibrios internos, allí la empresa pareciera no haber prosperado. Cifras estremecedoras se conocen sobre el costo de la guerra para los que serán «liberados», así como el plan político de «representación tribal», modelo que pareciera prospera en Afganistán; planeado en un esquema que se debería llamar feudalización, obedecerán sólo al interés estratégico del vencedor, el petróleo.

En este tiempo los movimientos sociales hemos dado una enorme puja frente a ésta empresa, no hemos perdido, sabemos de nuestro enorme poder, detuvimos un tiempo esta empresa como lo hizo aquel inerme estudiante en la plaza de Tien Anmen frente a un tanque de guerra chino en 1989, la guerra es ilegitima como ilegítimos los contrincantes, e ilegitima toda decisión de apoyo a esa empresa; lo que importa ahora es solidificar tantas articulaciones surgidas, impedir el cerrar los espacios ocupados (internet, expresión civil, y la denuncia de las ilegitimidades), pero antes la atención a los enemigos de la «democracia», esos que conocimos en imágenes llegadas a nuestros buzones, hombres barbados y flacos, bajo un sol calcinarte, que sostenían a sus famélicos hijos ; ellos herederos de un embargo económico, que como venganza hizo aplicar el que la guerra antes no ganó.

Luis Alejandro Vakéen

1 de abril 2003

Lyon, Francia

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