Brasil se encuentra frente a numerosos retos. La pobreza, el desempleo, la abultada deuda pública, las circunstancias del mercado mundial y también del regional, la especulación financiera y finalmente la expectativa despertada en la región por la elección de Lula; retos a los que se deberán agregar los de caracter ideológico que están asumiendo los actuales gobernantes del país más grande de la América latina.
El lugar preferido de la polémica ha sido la economía. El Estado dirigido por un militante del partido de los trabajadores PT, siempre en la izquierda del espectro político; esta entregando una cantidad de sucesos que resultan de lenta digestión. Primero el más sonado: el ajuste pactado por el gobierno brasileño con el Fondo Monetario Internacional, incluso más conservador que el logrado por la Argentina su país vecino. Luego, y a partir de los frentes que esta atendiendo prioritariamente la política gubernamental: el urbanismo, la agricultura, y la educación. Los dos primeros utilizan intensivamente mano de obra, esto parecieran querer paliar el gran problema de desempleo y pobreza que se acompañan mutuamente entre la población del país. Esta tarea se esta llevando a cabo apalancándose en el cooperativismo, para el cual se a formulado el programa "incubadora tecnológica de cooperativas populares", que trabajan en los tres frentes atrás citados.
La utilización de las cooperativas como mecanismo económico, por un movimiento ubicado años atrás a la izquierda, no deja de ser paradójico, si se recuerda la avalancha de criticas que el cooperativismo soporto en las décadas 50 a 70 desde la izquierda al ser definidas como un germen del capitalismo mercantil, así como desde la derecha como el germen del socialismo y aun más del comunismo internacional. Ahora bien, los sectores en que se trabaja también son muy paradójicos, el primero el urbanismo trae a la memoria los resultados de los modelos de desarrollo implementados a partir de la década de los 60, mediante los cuales crecieron desmesuradamente las ciudades latinoamericanas como argumento y resultado de la generación de mano de obra para las industrias nacionales, acción que entonces se impulsaba haciendo de las zonas rurales permanente expulsoras personas. Es bien sabido que la pobreza brasileña tiene actualmente su máxima expresión en la precariedad en que se habita en las zonas pobres de sus mega ciudades.
El segundo sector es el rural. Brasil se decía en la encrucijada respecto a la ilegalidad del cultivo de OGM (organismos genéticamente modificados), producción que se hacia en los estados del sur, con la semillas traídas desde la frontera Paraguaya en transito desde Argentina, país donde las grandes empresas agrícolas mundiales de tiempo atrás ya los cultivan, especialmente ocurría esto con al soya. Esta tiene como uno de los mercados la América latina. La discusión sobre los productos OGM tanto en lo ambiental como en lo salubre esta abierta en el mundo, tras de ella las fuertes especulaciones financieras en las tecnologías biológicas sobre las semillas y los pesticidas a ser utilizados como paquete tecnológico. Sin mediar esta discusión el gobierno decreto la legalidad del cultivo, en un momento que el presidente Lula oportunamente visitaba a Cuba. Cuando se mira el mapa de expansión del cultivo de la soya, se tiene que avanza a pasos agigantados hacia los estados amazónicos.
Un punto de encuentro entre los anteriores temas es una enorme ciudad en medio de la selva, su nombre Manaos. Esta ciudad es el resumen de los interrogantes y el afán (de los brasileños en primer lugar) por la suerte de la amazonia. Los primeros, vinculados a "exitosos" procedimientos del "plan colombia", los que están desplazando los cultivos de coca selva adentro, contra y cruzando la frontera colombo-brasileña. También la amazonia es reclamada por los brasileños con expectativas para distribución de tierras, en uno de los tres países con la mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Todos estas cosas se suman para hacer la realidad brasileña muy compleja.
Las crudas realidades brasileñas son el objeto de la ilusión por solución, eso se conjugo en la elección de Lula como presidente; un desafió notable para su partido, así como para la izquierda es el ser gobierno, con herencias de dos décadas perdidas en los temas sociales, económicos y políticos, donde la izquierdas aprendieron el lenguaje y métodos de resistencia y contestatarios y nunca los de gestión y menos los gubernamentales. El PT hoy pareciera seguir un plan socialdemócrata con el que trata de convencer de su ninguna peligrosidad para los capitales invertidos en Brasil y porque no para la reelección de Lula.
Ya mirado desde el plano de las formas de pensar, surge la incertidumbre si lo que sucede en el Brasil con el partido de gobierno no es un ajuste ideológico, este como uno de los mecanismos que no conocíamos desde la actual unicidad del pensamiento en América Latina, o es llanamente en clausurar la Promesa de la existencia de la utopia para marchar tras de ella?
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