jueves, 26 de abril de 2007

GUERRA

“Amaneció y estamos viendo”

"El mundo va tan rápido que se multiplican los escenarios y temas sobre los que los ciudadanos debemos pronunciarnos"

La humanidad muchas cosas ha aprendido por estos días. Podría decirse que ríos de tinta han corrido informando, desinformando, interpretando, diciendo y culpabilizando tanto a los autores mediatos como a los hipotéticos intelectuales, igual sucede con los presuntos objetivos tenidos por el tan buscado saudita, éste indicado por el dedo acusador del imperio, dedo en la misma mano cuyo pulgar señala a quien así lo entreno.

Ríos de tinta que canjearíamos gustosos por los ríos de sangre que han corrido hoy en Nueva York, como ayer en Palestina, Israel, Colombia, Buenos Aires, Irak, Vietnam, Chechenia, España, París, el Perú, Sarajevo, Irlanda, Tíbet, Afganistán y Sudáfrica, en todos estos lugares se ha ejercido la violencia del terror, de un lado como expresión de resistencia anidada en fundamentalismos ideológicos o religiosos, o de otro por Estados en diferentes fases históricas de desarrollo. Los politicólogos identifican esos elementos y actores, especialmente Samuel P. Huntington, quien por estos días con su libro “El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial” sé esta tornando en una especie de Nostradamus del siglo que va entre las medianias de los dos siglos de esta historia.

Una suma de dichos sin palabras y silencios extraños han estado a la orden del día, veamos: a) Las imágenes de festejos en oriente tomadas diez años atrás – denuncia hecha desde el sur del Brasil – fue el primer indicio de los culpables, metiendo al mundo en una confrontación de dos lógicas de pensamiento diferentes, divorciadas e irreconciliables, occidente – oriente. b) El silencio en el Departamento de Estado sobre las políticas para el Medio Oriente y teniendo El Washington Post como fuente, el posible anuncio de una postura positiva frente a la conformación del Estado Palestino c) La incapacidad de la sociedad Estadounidense de pensarse en el mundo – el 10% de ellos tiene actualmente pasaporte –, además de la falta de control político efectivo a sus gobiernos, los que al interior ofrecen bienestar mientras más allá de sus fronteras incuban enemigos. d) El impenetrable silencio de China, otra lógica llena de incógnitas.

A lo anterior una suma de inutilidades: El de la tecnología frente al desastre, superada en mucho por la malicia, paciencia e inteligencia del fundamentalismo. Y la inutilidad de lo bélico y las guerras convencionales frente a un enemigo sin rostro que bien puede ser un enemigo interno.

Reiteradamente se ha dicho que el mundo después del 11 de septiembre del 2001 no será igual. El terror ya es universal y todos somos vulnerables. El terror es un miedo primario al que responde el instinto de conservación. Terror ejercido por innumerables actores y de innumerables maneras, igual terror sintieron los campesinos de los países del tercer mundo ante la amenaza de la Organización Mundial de Comercio por no entregarse totalmente al desigual mercado globalizado, la pobreza y la miseria para muchos es uno de los resultados del ejercicio del terror de la globalización del poder Económico. También terror en los prestigiosos bufetes de abogados en las torres gemelas, habitadas por las víctimas del terror fundamentalista. Terror para una población hambrienta, pobre e inculta entre la que se presume se esconde el “culpable” que pretende cazar el tejano sheriff universal para exponer su cabeza en un asta en mitad del desierto, como símbolo de escarnio público de la potencia en una fase absoluta de poderío.

Esta acción abominable se dio en un contexto bien particular. El gobierno Estadounidense recién posesionado en una elevada ilegitimidad - recordemos las elecciones de “república bananera” del ultimo noviembre –, que emprende políticas de imagen ruda y de concepción extrema, el que entra a posesionarse ante la comunidad mundial de una manera casi escabrosa: Tres conferencias Mundiales y un Protocolo echadas a perder por la prepotencia y vigilancia ciega a los interés del capital norteamericano, intereses que no incluyen a los 6.000 millones de habitantes del mundo – contados aquí los Estadounidenses -. Pareciera ser que ese atentado fuera el reclamo mismo de la civilización por tan absurdo reversarzo de lo logrado por tantos y a lo largo de muchos años.

Mientras el mundo comienza a tener el Terrorismo como prioritario en la nueva agenda internacional, a éste el lado sur del mar Caribe, en Colombia lo son los temas de la Paz y el de la lucha contra las drogas alucinógenas, en este último nuestras tierras, selvas, gentes pobres y política son las primeras víctimas de unos victimarios que no se reconocen en el consumo; hoy esto sucede en medio de un sinnúmero de conflictos eternos e insolutos alimentados por el dinero del narcotrafico, los que como tornillo sinfín van metiendo a esta sociedad y país en una especie de embudo hacia la confrontación total o hacia la disolución.

En América Latina y Colombia en ella, los conflictos han utilizado desde hace 50 años para su visibilización, denuncia y confrontación unos métodos y estrategias que hoy podrían ser objeto de las vagas definiciones de terrorismo – mas de 110 definiciones diferentes y ninguna asumida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –, lo que hace que cualquier acción de resistencia pueda ser calificada de terrorismo y así disuelta mediante el ejercicio del terror por un Estado asustado, tras del cual va el desmonte y secuestro de derechos y libertades fundamentales, pareciera ser que regresáramos a tiempos de caza y quema pública de brujas.

Bogotá, octubre 2001.

Alejandro Vakéen

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