“Amaneció y estamos viendo”
"El mundo va tan rápido que se multiplican los escenarios y temas sobre los que los ciudadanos debemos pronunciarnos"
La humanidad muchas cosas ha aprendido por estos días. Podría decirse que ríos de tinta han corrido informando, desinformando, interpretando, diciendo y culpabilizando tanto a los autores mediatos como a los hipotéticos intelectuales, igual sucede con los presuntos objetivos tenidos por el tan buscado saudita, éste indicado por el dedo acusador del imperio, dedo en la misma mano cuyo pulgar señala a quien así lo entreno.
Reiteradamente se ha dicho que el mundo después del 11 de septiembre del 2001 no será igual. El terror ya es universal y todos somos vulnerables. El terror es un miedo primario al que responde el instinto de conservación. Terror ejercido por innumerables actores y de innumerables maneras, igual terror sintieron los campesinos de los países del tercer mundo ante la amenaza de la Organización Mundial de Comercio por no entregarse totalmente al desigual mercado globalizado, la pobreza y la miseria para muchos es uno de los resultados del ejercicio del terror de la globalización del poder Económico. También terror en los prestigiosos bufetes de abogados en las torres gemelas, habitadas por las víctimas del terror fundamentalista. Terror para una población hambrienta, pobre e inculta entre la que se presume se esconde el “culpable” que pretende cazar el tejano sheriff universal para exponer su cabeza en un asta en mitad del desierto, como símbolo de escarnio público de la potencia en una fase absoluta de poderío.
Esta acción abominable se dio en un contexto bien particular. El gobierno Estadounidense recién posesionado en una elevada ilegitimidad - recordemos las elecciones de “república bananera” del ultimo noviembre –, que emprende políticas de imagen ruda y de concepción extrema, el que entra a posesionarse ante la comunidad mundial de una manera casi escabrosa: Tres conferencias Mundiales y un Protocolo echadas a perder por la prepotencia y vigilancia ciega a los interés del capital norteamericano, intereses que no incluyen a los 6.000 millones de habitantes del mundo – contados aquí los Estadounidenses -. Pareciera ser que ese atentado fuera el reclamo mismo de la civilización por tan absurdo reversarzo de lo logrado por tantos y a lo largo de muchos años.
Mientras el mundo comienza a tener el Terrorismo como prioritario en la nueva agenda internacional, a éste el lado sur del mar Caribe, en Colombia lo son los temas de la Paz y el de la lucha contra las drogas alucinógenas, en este último nuestras tierras, selvas, gentes pobres y política son las primeras víctimas de unos victimarios que no se reconocen en el consumo; hoy esto sucede en medio de un sinnúmero de conflictos eternos e insolutos alimentados por el dinero del narcotrafico, los que como tornillo sinfín van metiendo a esta sociedad y país en una especie de embudo hacia la confrontación total o hacia la disolución.
En América Latina y Colombia en ella, los conflictos han utilizado desde hace 50 años para su visibilización, denuncia y confrontación unos métodos y estrategias que hoy podrían ser objeto de las vagas definiciones de terrorismo – mas de 110 definiciones diferentes y ninguna asumida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –, lo que hace que cualquier acción de resistencia pueda ser calificada de terrorismo y así disuelta mediante el ejercicio del terror por un Estado asustado, tras del cual va el desmonte y secuestro de derechos y libertades fundamentales, pareciera ser que regresáramos a tiempos de caza y quema pública de brujas.
Bogotá, octubre 2001.
Alejandro Vakéen
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