Muchas veces vienen preguntas como aquella: ¿Bueno, usted qué es lo que pretende con su trabajo? Hay una cosa elemental: pretendo ganarme la vida, pretendo vivir de eso, y paralelamente, pienso que soy –perdonen si hablo en primera persona, pero es la persona que mejor conozco- pienso que soy un privilegiado de poder trabajar en algo que originalmente fue un pasatiempo y una vocación. (…)
De cualquier manera, yo creo que el peor peligro de la censura es el hecho de acostumbrarse a ella y considerar que es algo natural a nuestro trabajo. Yo lo he sentido, porque a veces he tenido que salir del país para darme cuenta del otro montón de cosas y temas que se pueden decir. (…)
“Boggie, que empezó siendo un remedo de los personajes duros e inescrupulosos del cine americano [estadinense] -como por ejemplo, `Harry el sucio`- ha pasado ha ser desde hace tiempo una suerte de crónica de la violencia en las grandes ciudades, en este caso Nueva York. Pero no creo que llegue a ser una apología de la violencia. En absoluto mi pretensión es demostrar que, mediante la violencia, puede solucionarse algo. En cuanto a que es pornográfico, eso es muy difícil de medir. Lo que para unos resulta pornográfico para otros es divertido. Boggie no presenta, que yo me acuerde, escenas de sexo explicito y no porque éstas me parezcan incorrectas sino que, en general, no me parecen necesarias”.
En cursiva las notas del blogero
De entrevistas a Roberto Fontanarrosa en periódicos colombianos en julio de 1985 y enero de 1988
Obtenga el archivo [.pps] Las nuevas palabras según Fontanarrosa
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