Ahora no puedo dejar de hacer algunas notas referidas a está realidad colombiana, una realidad que pareciera ser llevada en un vagón de una “montaña rusa”.
nacional, la intrascendental decisión de la corte constitucional de no llamar delito a una cosa después de un año de ser perpetrado el delito mismo, la sucesión de abrazos de tanta gente vistos en directo, la genial (espantada) expresión facial de doña Yolanda Pulecio al ir descubriendo a la hija devuelta que se deshacía en elogios para Uribe (bueno y uno piensa que si ella ha estado 6 años largos en la selva y su enlace al mundo a sido únicamente como medio de comunicación la radio que sintonizan con “antenas de esponja”, pues uno justifica sus opiniones, ya bien sabemos lo parcial que informan los medios colombianos). También el afán de llamar el rescate humanitario y no militar, luego la sorpresa que Colombia no es un Estado de Derecho sino un Estado de Opinión (con lo grotesco, peligroso y trágico que significa tal cosa), luego - así como el nene de Luis Carlos Galan nos embarco en Cesar Gaviria - Ingrid afirmando que para nada le parecería mal castigarnos con un tercer Uribe, el olvido de felicitar al gobernante por el deber cumplido en lugar expresar tanto agradecimiento por el gesto no decretar la muerte, más y más Ingrid sin que pareciera ocurrir más, y finalmente el opaco cumpleaños 56 de esas carnitas y esos huesitos.