sábado, 2 de julio de 2011
Respiro
miércoles, 26 de mayo de 2010
Luz? al final del túnel
Así las cosas, queda Santos y Mocus. Santos, en los años 80’s era el representante de Colombia en la Organización Internacional del Café -OIC-, de tanto en tanto lo veíamos en la sala de redacción del periódico El Tiempo, donde no era apreciado. Santos como representante en la OIC, y apoyado a través de los micrófonos en Colombia por parte de Fernando Londoño, prometieron a los cafeteros que todos los tiempos por venir serian mejores sin pacto cafetero. En esa cruzada les acompaño el que Serpa bautizo como el vampiro, el señor Mail Frechette, en ese entonces representante de USA en la OIC. Solo recordar que los cafeteros tenían flota mercante, línea aérea, banco y más ahorros, me pone la piel de gallina. El libre mercado los evaporo, y las vacas gordas nunca aparecieron. Ellos nunca rindieron cuentas de sus responsabilidades por impulsar el modelo económico que dejo muchos empobrecidos. Como prefiero recordar a Santos en cruzadas menos vergonzosos. Recuerdo que se le recomendaba que se “quitara” la barba que uso hasta mediados de los años 90 “porque con ella no inspiraba ni reflejaba confianza”. A mí de manera creciente me inspira enorme desconfianza.
Mocus, de él no se mucho. Que no tiene rabo de paja eso es una certeza. Que con él el péndulo seguirá a la derecha, lo asegura su afecto por el orden sobre la libertad. Que puede enseñar a no gritar para no asustar, lo vi el domingo anterior. Que rompe con la línea de los predestinados, caudillos y mesías, también el domingo me ha quedado claro. Que de cambios en el modelo económico no quiere saber, en tiempos de crisis globales me parece de supremo riesgo. Después de él quedara instalada una institucionalidad, alo menos eso ya es ganancia en el triste escenario que es Colombia actualmente.
Pareciera que mi voto en esta oportunidad es de ninguna utilidad.
Alejandro Vakèen.
sábado, 1 de agosto de 2009
Para mí, refrito.
Esa extraña coincidencia de un convenio, pacto o acuerdo para que los Estados Unidos cuente ahora con lo que yo llame hace algunos años “el papelón de Colombia como cabeza de playa para intervenir en el Caribe”, con el golpe de estado en Honduras, acepta una interpretacion maliciosa: que la agenda de los planificadores imperiales bien que si pueden impartirle cátedra a los encargados de las humareda que como cortinas ha usado tan prolíficamente la Casa de Nari, ¡gracias a Monseñor Escriba de Balaguer que aun tienen algo que aprender!
La realidad domestica ahora es más, mucho más compleja, urgente y delicada para la vida diaria de los colombianos. A ella dedicare los siguientes renglones. Aun a pesar de repetirse y citarse uno mismo, es decir que uno de estos escritos también sea un refrito, hay que decir que Ecuador, un poco más que Venezuela, solo ha sido una víctima del conflicto colombiano. En su suelo, todo malandrín con acciones en la guerra del que allí llamaban “el coloso del norte”, se daba cita para mercadear armas, pertrechos y recesos en sus tareas de destrucción. Ninguno, absolutamente ninguno de los “actores del conflicto” es ajeno a tal cosa. Cualquier discurso en rededor de ello raya en una autentica falsa moral. Los colombianos (de bien y quizás algunos colombianos bien) debemos respaldar las lecciones, por demás valientes, desde las que el Ecuador ahora reclaman por algo elemental, pero fundamental, y ya olvidado en Colombia: el derecho a la vida humana y el peso de la justicia para quien decida a atentar contra ella, máxime si quien lo hiciere ocupa posiciones de poder, gobierno o mando.
En otro orden de ideas, pero ocupado del mismo despeñadero en que se ha tornado Colombia, la situación con Venezuela debería tener a todos los Colombianos compartiendo el gesto pesimista que ahora exhiben los industriales con mercados e inversiones en el país de “Chávez”, y esto ni Nicanor R. lo puede ya ‘destorcer’. Debería ser así porque lo que está ocurriendo, ni más ni menos, es que Colombia en época de crisis, esta pateando el plato de la comida. Mucho, pero mucho, del por demás, escaso empleo que en Colombia aun hay es en empresas que mercadean cosas en Venezuela. Es iluso que los colombianos quieran seguir conjugando aquello que F. Echeverri popularizó en la voz de Yamit H: “el país va mal pero la economía va bien”. Pues no, en Colombia a los que les ha estado hiendo bien por siempre es a los traficantes de armas, a los traficantes del dolor ajeno, a los que se afincan perniciosamente en las ideologías, en síntesis a los gozan el “descuadernado país”.
Alguno afirma que el estado de cosas hará que los colombianos ahora espantados vean que necesitan a mucho más que un finquero en las riendas del país. Yo conservo mí gesto pesimista.
Alejandro Vakèen.
COLETILLA: Quienes habitan en Colombia han de estar de placémes, por estos días pueden hablar con un grado de confianza mayor a través de sus teléfonos portables, ya que se informa que el ejército ha perdido su capacidad de monitorear conversaciones privadas, así que los habladores solo tienen que prever (que sin el aval de un juez) sus parloteadas pueden ser monitoreadas solo por el DAS, la policía, y los hampones, así que un halito de fe y confianza para la “seguridad democrática”.